Bronce en puntuación en Pekín 2008
Leire Olaberría exhibe su medalla de bronce al volver a España
REDACCIÓN TIRAMILLAS
Queda dicho que en Pekín 2008 el deporte español vivia los primeros momentos de la eclosión triunfal de las mujeres. Si las pioneras llegaron a los equipos olímpicos en los años 20 y no volvieron hasta 40 años más tarde por los conocidos azares históricos, y se tardó 92 años en conseguir la primera medalla, las féminas apenas tardaron menos de dos décadas en conseguir primero la paridad y luego la superioridad, en muchas ocasiones, en éxitos. La labor, trabajosa, complicada. Los desequilibrios, muchos, pero al menos esta vez había voluntad por todas partes de corregirlos. También es cierto que los años de atraso suponían, también, una rémora que no siempre se superó con facilidad.
Leire Olaberría no lo tenía especialmente fácil. Porque si el ciclismo español, tenía un hermano pobre que era el ciclismo en pista -aunque a nivel olímpico se respondiera a la escasez de medios con buenos resultados-, el ciclismo en pista tiene una hermana aún más pobre que es el ciclismo en pista femenino. Pero si tú te llamas Leire Olaberría y haces ciclismo en pista, es fácil suponer que ya sabes no te vas a encontrar con un camino de rosas. Claro que si tienes coraje, voluntad, condiciones y dentro de lo que hay, cuentan contigo, las cosas son más fáciles. Otra cosa es al nivel que consigas llegar.
Leire Olaberría, en el Mundial 2010
Leire tenía condiciones: era atleta y de las buenas. Corría el año 1993 cuando, corriendo en Arganda del Rey, batió el récord de España juvenil de los 100 metros lisos dejándolo en 11.86. Después, las lesiones le hicieron dejar el atletismo pero no el deporte. Fue monitora de patinaje y recepcionista en la pista de hielo de San Sebastián. Y se echó novio: Javier Azkue, que era ciclista en pista. Un día la animó a probar en el velódromo. Y como se revelaron condiciones muy aprovechables para la bici, las pruebas fueron haciéndose poco a poco más serias.
Las dificultades, al margen de las relativas a ir restando centésimas a los cronos, eran grandes: en España apenas se podía juntar a docena y media de mujeres para una competición y no había tiempo -los medios, ya tal- para ir haciendo crecer el deporte antes de la siguiente cita olímpica. Así que a Leire le tocó viajar: realizó toda su preparación competitiva en pruebas internacionales.
Y cuando pocos meses antes de los Juegos los 'pistards' españoles se volvieron sin medallas del Mundial de Manchester, la preocupación del dato impidió fijarse suficientemente en un detalle esperanzador: Leire Olaberría, que dos años antes se perdía en un pelotón, había sido cuarta en puntuación. Llevaba años copando todos los títulos nacionales, en todas las modalidades que se ponían a su alcance, pero ahora demostraba que estaba en disposición de luchar con las mejores del mundo. Contra las representantes de países que llevaban años de ventaja al magro ciclismo femenino español. Por ejemplo, en la línea de salida de la carrera de puntuación de Pekín 2008 iba a estar la holandesa Mariane Vos, cuyo palmarés en ruta, pista y ciclo cross alcanzaba las tres cifras. El de Leire, al menos en el campo internacional, estaba por estrenarse pero las ganas de hacerlo eran máximas.
Para rendir al máximo Leire necesitaba en aquella fase de su carrera que el plan, al menos en principio, funcionara. Y el suyo era marcar a Vos. Tras ella logró puntuar en dos sprints. Luego tuvo que seguir sola porque la holandesa, a lo suyo, ganó vuelta, se pegó al pelotón por la cola y a partir de ese momento, como si querían sacarla de carrera y darle la medalla de oro. Así que Leire tuvo que aprovechar su explosividad metiéndose en cuantos sprints pudiera. Y lo hizo siempre que la respondieron las fuerzas. A todo esto, en buena parte de las 100 vueltas de que constaba la prueba el grupo aceleró más y más la velocidad tratando de recortar a Mariane los 200 metros de cuerda del velódromo que les había sacado. Así se llegó al último sprint, de doble puntuación. Leire y la cubana Yoanka González se jugaron los últimos puntos. La española sumó tres y empató en el tercer puesto con una ciclista experimentada: la colombiana María Luisa Calle. Al cabo de un interminable medio minuto aparecieron los resultados oficiales. Leire Olaberría se llevaba la medalla de bronce por haber disputado un mayor número de sprints.
Leire Olaberría y el seleccionador nacional, Juan Martínez Oliver
Para algunos la medalla es un final. Para otros casi un inicio, pero para Leire le sirvió para acelerar, como si le durara tras los Juegos la inercia de los sprints. Reclamó a pie de podio más seguimiento al ciclismo femenino, y luego se encargó de dar que hablar. Alternó pista y ruta, pasó a disputar el ómnium, la nueva modalidad de pista, como ciclista polivalente, y en 2010 ganó otro bronce mundial además de un título europeo, y otro bronce continental en 2013. En vísperas de Río 2016 colgó la bici. Su sprint había sido largo, y exitoso.
Fuente:www.as.com
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